Código: 0154-23
Resumen:
A partir de la concepción de estética feminista decolonial aportada por la filósofa italiano-Méxicana, Francesca Gargallo(2018) en su propuesta sobre la percepción estética del colonialismo patriarcal que se experimenta hoy en día en América Latina que desvaloriza la participación de las mujeres en sus territorios, cuando van más allá del canon tradicional, nos proponemos analizar y visibilizar la presencia del activismo estético feminista en varias manifestaciones del arte popular y la cultura costarricense. La lectura reivindicativa de la filósofa Gargallo permite mirar con otros ojos al arte latinoamericano para así darnos cuenta que la mujer no ha sido mucho más que una modelo o símbolo y no una participante activa de sus propias visiones y creaciones estéticas.
Conscientes de que la estética feminista está ligada a la práctica ética y muchas veces biopolítica, mencionaremos el activismo en los bordes de un arte popular vivido en las comunidades entre barrios, plazas, parques
y calles y que muchas veces está ligado a los movimientos culturales de sus territorios como lo son las efemérides, las celebraciones, los carnavales y las luchas populares en la defensa de patrimonios como el agua y los bosques, viéndose esto reflejado en muchos de los temas de creación y que suelen ser invisibilizados en los estudios o reflexiones académicas y educativas, por ser parte de esta historia de subordinación patriarcal que hacen de la mujer y de lo popular un simple apéndice en la propia historia tradicional del arte.
Al respecto Gargallo menciona como son precisamente las feministas latinoamericanas las que han reaccionado ante la pulsión de muerte global por medio del activismo en el arte de muchas maneras y en el caso de Costa Rica lo podemos ver en murales, grafitis, música, tejido, artes visuales, literatura, escultura, y muchas otras prácticas del arte popular. Arte que, además, al no quedar registrado y ser eventual, la mayoría de las veces se olvida y se menosprecia.
Conscientes de que la estética feminista está ligada a la práctica ética y muchas veces biopolítica, mencionaremos el activismo en los bordes de un arte popular vivido en las comunidades entre barrios, plazas, parques
y calles y que muchas veces está ligado a los movimientos culturales de sus territorios como lo son las efemérides, las celebraciones, los carnavales y las luchas populares en la defensa de patrimonios como el agua y los bosques, viéndose esto reflejado en muchos de los temas de creación y que suelen ser invisibilizados en los estudios o reflexiones académicas y educativas, por ser parte de esta historia de subordinación patriarcal que hacen de la mujer y de lo popular un simple apéndice en la propia historia tradicional del arte.
Al respecto Gargallo menciona como son precisamente las feministas latinoamericanas las que han reaccionado ante la pulsión de muerte global por medio del activismo en el arte de muchas maneras y en el caso de Costa Rica lo podemos ver en murales, grafitis, música, tejido, artes visuales, literatura, escultura, y muchas otras prácticas del arte popular. Arte que, además, al no quedar registrado y ser eventual, la mayoría de las veces se olvida y se menosprecia.
